La leyenda de Galino Galinás se cuenta en la comarca de la Vall de Benás desde muy antiguo. La podemos escuchar en Sos o en Castillo de Sos y narra como se formaron las Crestas de Chía.
Todo ocurrió en un lugarejo del Solano llamado Sos cercano a Castilló. Allí habitaba una princesa mora que poseía un cáliz sagrado que custodiaban constantemente unos soldados. Enfrente de Sos está Chía, donde vivía un mozo fuerte y decidido, llamado Galino Galinás, que se había propuesto rescatar el cáliz.
Un día, mientras los soldados dormían, entró en el palacio, se apoderó del cáliz y salió corriendo como una exhalación. Los soldados se despertaron y corrieron tras él para detenerle. Los soldados le arrojaban piedras y más piedras pero Galindo seguía corriendo. De pronto llegó al río Esera que bajaba crecido. Los moros ya estaban a punto de capturarle cuando se acordó de la Virgen dela Encontrada de su pueblo y le rezó con fervor: “Virgen de la Encontrada, haz que pueda cruzar el río y te regalaré el cáliz”.
El río se detuvo para que Galindo pasase. Los soldados se detuvieron sin saber qué hacer y continuaron apedreándole. Tantas piedras le tiraron que formaron las Crestas de Chía.
Galindo, feliz por haberse librado, llevó el cáliz a la Virgen y le contó lo feliz que se sentía por habérselo robado ala princesa mora.
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