jueves, 3 de julio de 2025

El castigo de la abeja


Después de que Dios concluyera la creación de los animales y de decidir cual sería el lugar de cada uno en la tierra, aún quiso regalarles un último don, y convocándoles a Su Presencia, les dijo:
-Os he dado las cualidades y la figura que tenéis, según me ha parecido que seria bueno para la vida que habréis de llevar de ahora en adelante, pero quiero concederos una gracia a cada uno. Pedidme aquello que deseéis tener y os lo daré.
Aquellas palabras llenaron de alegría a los animales, y todos pidieron alguna cosa. El león quiso tener la melena más espesa, el conejo unas orejas grandes y móviles, el oso pidió que le permitiera dormir todo el invierno, el perro, que le concediera ser amigo del hombre, la jirafa quiso ser muy alta, y el canario, cantar exquisitamente. Y a todos complació el Señor, pero cuando ya iba a retirarse creyendo que ningún animal quedaba sin satisfacer, la abeja zumbó, enfadada:
-Señor, aún falto yo.
-¿Y que es lo que deseas, abeja?. Te he dotado de ojos maravillosos, capaces de ver todos los colores, puedes volar, entenderte con tus compañeras, y fabricar una miel dulcísima, pero si crees que te falta algo, te lo concederé.
-Lo que yo quiero es que los hombres no puedan recoger el fruto de mi trabajo. No quiero que me quiten la miel. Deseo que me dotéis de un arma para herir al que quiera robarme.
-Abeja, la miel será suficiente para todos. Te sobrará para compartirla.
-Señor, vos habéis dicho que nos concederíais una gracia y yo deseo un arma para defender mi miel.
-Así será - dijo el Señor - pero en castigo a la mala voluntad que has demostrado, cuando claves tu aguijón en un ser vivo, morirás.
Y eso es lo que sucede desde entonces. 

Cueva de la Vieja del Monte - Riaño = León

 


Cuando finaliza el viaducto se toma el sendero señalizado que sale entre los pinos hacia la derecha. Sigue durante un tramo por el pinar hasta que se llega a la ensenada del arroyo Vallarqué que baja hacia el pantano desde la base del Gilbo. Es necesario ir por el camino ancho que bordea el pantano y va siguiendo la cota con muy pocos desniveles. Se puede también andar por el camino viejo que existía antes y que se lo tragó el pantano, pero al llegar al vértice de bajada del arroyo conviene volver al camino de arriba porque éste se introduce al final en el agua cuando el nivel sube bastante, razón por la que se abrió el camino más elevado.

A continuación se bordea una zona con rocas que bajan de las calizas del pico Vallarqué y poco después se llega a la salida de un camino hacia la cueva del monte y el mirador de las Biescas. Se deja la subida para después y se sigue por buen firme pasando el área recreativa para continuar por un camino entre un arco de avellanos que pasa a un hayedo  en el que existen varios ejemplares antiguos con extrañas formas. También, por el camino se encuentran restos del pasado minero de la zona en forma de estanque de decantación y muro de carga, que están siendo comidos por la maleza. Tras una serie de vueltas y revueltas se llega al muro rocoso que baja desde el Cueto Cabrón y donde resulta imposible continuar por tierra.

Desde ese punto se vuelve, no sin antes contemplar el panorama que se abre ante la vista del caminante con los picos Yordas, Pandián y la Mura, así como las estribaciones de la Tendeña con el Cueto Nebloso. Al volver, en un punto determinado se pueden ver las escombreras de la mina y en la más elevada el mirador de las Biescas al que se deben dirigir como próximo objetivo. Podría hacerse directamente sin mayor complicación que el fuerte desnivel, pero la ruta se aconseja volviendo al cruce en el que se encuentra el desvío a la cueva de la Vieja del Monte y si hay suerte se la puede encontrar buscando frutos del bosque para los niños que ayudan a sus padres.

Subiendo una cómoda cuesta se llega a un desvío señalizado a la izquierda que va a la cueva de la Vieja del Monte, que si ha llovido, puede tener agua y en su interior se pueden ver desde hierbas medicinales hasta un jergón con mullido de escobas, un caldero con monedas, el horno donde amasa el pan, un jarro de madera, perchas y diversos utensilios para sus tareas. Solamente en fechas señaladas puede verse a la Vieja del Monte. Por tanto continúa el camino hasta llegar al mirador de las Biescas, asentado sobre una antigua escombrera de la mina. Las bocaminas se encuentran más arriba y son peligrosas, pues son simas sin protección, por lo que no conviene andar demasiado por esa zona.

La vista desde el mirador es buena al estar en una zona elevada y se contemplan las montañas que se han ido viendo a lo largo del recorrido aunque con otra perspectiva. El camino continúa hacia la collada del Baile que posibilita la ascensión al Gilbo o el descenso hacia Horcadas, una ruta que se realizará en otra ocasión.

Desde este punto solamente queda bajar por el mismo camino hacia el pinar, cruzar el viaducto y terminar la ruta donde se comenzó, en la plaza de los Pueblos de Riaño.

La Nueva Crónica 

miércoles, 2 de julio de 2025

Batalla con Almanzor

Una vez que el conde Fernán González reparó sus fuerzas, ordenó a sus mesnadas y se dirigió al encuentro de Almanzor, que venía corriendo la tierra. Cuando dieron vista al ejército moro, se prepararon para el combate. El conde contó los pendones que traía y vio que poca gente tenía en sus haces. En esto un caballero cristiano que se adelantó corriendo pasó por delante del ejército de los fieles. Apenas hubo galopado una no muy larga distancia, la tierra se abrió y tragó al caballero; después se cerró y quedó todo como antes. Gran terror cundió por el ejército cristiano, pero, Fernán González, que sabía que ésa era la temerosa señal anunciada por el monje de la ermita, dijo a grandes voces a sus caballeros: «¡No temáis este agüero! Si la tierra no es capaz de soportarnos, ¿quién podrá con nosotros? ¡Adelante!». Y se lanzaron contra los moros, que ya galopaban también, prestos al encuentro.

El choque de los dos ejércitos fue terrible. Los cristianos, a pesar de ser tan pocos, consiguieron resistir el primer embate de los moros, y pronto éstos empezaron a retroceder. El conde, que había sido el que diera las primeras heridas, animaba a sus guerreros, y era el más valiente de todos. Al cabo de algunas horas los moros huyeron, dejando todo el botín en poder de la hueste del conde. Gran victoria fue ésta para los cristianos, y de ella regresaron llenos de gozo.

El conde separó una parte del botín y fue a la ermita para entre- gársela al monje que le profetizara la victoria. Y le encargó que alzara una iglesia que luego llegó a ser el famoso monasterio de San Pedro ade Arlanza.




Vicente García de Diego 


martes, 1 de julio de 2025

Leyenda de Fermán González = Burgos


Muchas son las hazañas de Fernán González, el primer conde independiente de Castilla. Gloriosa es su historia y ha quedado en la memoria de los castellanos. He aquí la leyenda del buen conde:

Un monje anuncia a Fernán González sus glorias

Hallábase el conde Fernán González cerca de la villa de Lara. Mientras se juntaban sus mesnaderos, él empezó a cazar: de un espeso matorral salió disparado un feroz jabalí, que se internó en el apretado robledal. que cubría el monte. Fernán González, deseoso de cobrar tan buena presa, espoleó a su caballo sin esperar a ser seguido por los monteros; el caballo, aguijado, se internó entre los robles corriendo tras el jabalí. La persecución fue enconada, y el conde, sin advertirlo, se alejó de sus hombres; no pensaba sino en dar alcance al animal, que delante de él corría velozmente. Por fin llegó a una ermita apartada y desconocida y el jabalí se metió por la puerta. El conde quiso también alcanzarla, pero la espesura del monte era tal, que su caballo no podía avanzar. Entonces echó mano a la espada y saltando por en-cima de los matojos, se dirigió a la ermita, en donde entró resuelto. El jabalí, después que entró en la ermita, se había refugiado detrás de un altar. El conde, lejos de herirle, se hincó de hinojos ante el mismo altar y empezó a rezar. En aquel momento salió de la sacristía un monje de venerable aspecto y avanzada edad, con los pies descalzos y apoyado en un nudoso y retorcido cayado. Se acercó al conde y lo saludo, diciendo: <En paz vengas, conde, la cacería te trajo hasta aquí, pero deja las monterías, que te aguarda el rey Almanzor, el terrible enemigo de cristianos. Dura batalla te aguarda, pues el moro trae muchos guerreros; mas en ella alcanzarás gran renombre. Y aun te digo que antes que empiece la lid tendrás una señal que te hará temblar la barba y aterrorizará a todos tus caballeros. Ahora vete, vete a luchar, que has de alcanzar la victoria. Después tomarás por esposa a una dama llamada Sancha, y grandes tribulaciones has de sufrir; por dos veces te atarán con grillos en profunda prisión. Mas tu gloría será grande, y si se cumple lo que te anuncio y alcanzas poderío, acuérdate de esta humilde ermita perdida en el monte».

El conde agradeció al monje sus palabras y salió de la ermita. Mon- tó a caballo y galopó a través de la robleda hasta encontrar a los suvos, impacientes ya por la tardanza de su señor.

Vicente García de Dieg




lunes, 30 de junio de 2025

La penitencia del obispo Acuña = Toledo

 En la época de las comunidades, Toledo fue una de las ciudades en que los rebeldes habían tenido más éxitos en su labor proselitista. De allí era uno de los caudillos comuneros, Juan de Padilla, que tan tristemente iba a expiar después su fracaso, en unión de Bravo y Maldonado. En la Semana Santa del año 1521 los ánimos de los partidarios de las comunidades en la ciudad del Tajo recibieron una gran alegría con la llegada del obispo de Zamora don Antonio de Acuña, que venía a ponerse a disposición dela Junta.

Entre los conjurados se extendió pronto el deseo de que don Antonio ocupase la silla arzobispal, vacante a la sazón. Pero el obispo de Zamora se negó enérgicamente a las insinuaciones de los que con él compartían su empresa política. Los comuneros, sin tener en cuenta la negativa, insistieron en estos deseos y tramaron realizar por la fuerque no podían conseguir por otros medios.

Y así, el Miércoles Santo, fuerza en la catedral se celebraba el Oficio de Tinieblas, una gran multitud irrumpió en el recinto sagrado llevando a viva fuerza al obispo Acuña, a quien, a pesar de su resistencia , habían tomado de su casa y llevado hasta la puerta de la catedral. Una vez entraron en ella, hicieron que el obispo se sentara en la silla arzobispal, siendo aclamado por todos. Los canónigos se retiraron, el oficio se suspendió. En vez de los trenos solemnes del Miserere, se oían las exclamaciones de los hombres armados y de sus partidarios del pueblo. Después volvieron a coger en hombros al obispo y lo llevaron triunfalmente a su casa.

Poco iba a durar la alegría de los comuneros. En aquel mismo año la rota de Villalar terminó con la rebelión. Pagaron con la vida los caudillos, y la resistencia duró poco más. Dos años después don Antonio de Acuña era ahorcado en Simancas. Acallada la guerra interior, los pueblos y ciudades de España tornaron a la vida normal. Así también Toledo, olvidados ya los días de exaltación y lucha.

Un Miércoles Santo se habían celebrado los Oficios de Tinieblas en la catedral, esos oficios que tan tumultuosamente se interrumpieran tres años antes. Salieron los clérigos y las puertas de la catedral se cerraron. En uno de los bancos había quedado un hombre, un viajero que, fatigado, sin duda, por el largo camino recorrido, no había podido resistir el cansancio. Se despertó y se quedó sorprendido al verse solo. Se incorporó y se dirigió a la salida. Pero antes de llegar a la puerta, se paró; había oído un rumor como de gente que caminara despacio. Esperó, oculto tras una columna. Mas tuvo que hacer terribles esfuerzos para no gritar de espanto: por el fondo de la nave veía llegar una procesión terrible. Venía al frente de ella un esqueleto revestido de obispo, con una mitra ensangrentada en la cabeza. A continuación dos grandes hileras de esqueletos, cubiertos de ropas dio podridas, le seguían. Llevaban en sus descarnadas manos unas antorchas que despedían una extraña luz, y en cada altar se detenían para arrodillarse. Y parecía oírse un cántico que sordamente repetía las notas del Miserere, con una angustia y un dolor sobrenaturales. Después de recorrer la catedral, se dirigieron hacia la cripta. El viajero no pudo ver más, cayó desvanecido.

A la mañana siguiente fue despertado por los sacristanes que abrieron las puertas del templo. Balbuceando, como enloquecido, contó lo que había visto. Y habiendo pedido confesión, expiró a los tres días.

Todos comprendieron que la procesión de los espectros era una penitencia impuesta por Dios al obispo Acuña y a quienes, por pasiones políticas, violaron el sagrado recinto en el día solemne en que se conmemora la pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Y en el pueblo quedó el recuerdo de esta visión con el nombre de la penitencia del obispo Acuña

Vicente García de Diego






domingo, 29 de junio de 2025

La mano de oro maldita - Valle del Jerte = Extremadura

 

Existe en el Valle del Jerte una leyenda que habla sobre una misteriosa mano que en ocasiones es descubierta por los ganaderos mientras pastorean sus rebaños. Puesto que esta insólita mano es de oro, el hallazgo en un principio desata la codicia del pastor: lo que parece ser un golpe de fortuna más tarde se convierte en una maldición.
Pues esta particular garra es capaz de matar grandes cantidades de ganado, sus victimas son fácilmente identificables, pues les deja en el lomo la señal de la palma de la mano como si hubieran sido marcadas a fuego. 

(Extremadura misteriosa)

NO8DO - Sevilla

 


Y nada tiene que ver con los NOticiarios y DOcumentales que se veían en cines en la etapa franquista española. Nada más lejos de la realidad pese a que esto sea lo que piensan muchos de los recién llegados a Sevilla.
Sobre el origen de nuestro NO8DO existen varias teorías, ninguna demostrable por  supuesto, pero entre las cuales elegimos la que tiene que ver con el rey Alfonso X El Sabio por ser la más romántica y más transmitida de generación en generación.
Según esta versión, tenemos que transportarnos al siglo XIII, momento en que reina en Castilla el hijo de Fernando III El Santo,  Alfonso X, hombre considerado una eminencia en cuanto a artes y ciencias, muy preocupado por el desarrollo intelectual de su reino y a quien se le conocen obras literarias de valor como Las cantigas e loores a Nuestra Señora.
Pues bien, como cualquier hijo de vecino Alfonso X tenía sus carencias y estas se referían a su método de gobierno que llevó a arruinar la hacienda pública y a que todo el pueblo estuviera descontento con él.
Por ese motivo, se fueron creando grupos de poder que hacían peligrar el reinado. Su hijo Sancho, bien por evitar un desastre, bien por ansia de poder, con la ayuda de su madre doña Violante, se alzó en armas.
Tras esto, la gente se dividió en dos bandos: los que apoyaban al príncipe Sancho y los que se mantenían fieles al rey Alfonso X. El príncipe Sancho casi sin esfuerzo iba ganando el reino y obteniendo cada vez más adeptos. Sin embargo, no quería atacar a su padre Alfonso, ya mayor y debilitado, así que respetó la ciudad de Sevilla.
El rey Alfonso X se había resguardado en esta ciudad donde estaba rodeado de un sector de la Iglesia que lo apoyaba.
Para agradecer el respeto y entrega que la ciudad de Sevilla le había demostrado, Alfonso X en 1283 le entregó al Ayuntamiento el emblema que ahora vemos por todas partes: NO8DO. Su significado no deja de ser una transcripción fonética de dicho símbolo: “no madeja do” (ese ocho no es otra cosa que el símbolo de una madeja) Ese “no madeja do” haría pues referencia a que Sevilla no lo había dejado, no lo había abandonado.
Existen otras teorías , como que pueda provenir del nudo gordiano de Alejandro Magno o de la frase en latín “Nomen Domini” (en nombre de Dios), pero como hemos dicho al iniciar el post, nos quedamos con la historia que se cuenta de Alfonso X El Sabio.

El castigo de la abeja

Después de que Dios concluyera la creación de los animales y de decidir cual sería el lugar de cada uno en la tierra, aún quiso regalarles u...