martes, 1 de julio de 2025

Leyenda de Fermán González = Burgos


Muchas son las hazañas de Fernán González, el primer conde independiente de Castilla. Gloriosa es su historia y ha quedado en la memoria de los castellanos. He aquí la leyenda del buen conde:

Un monje anuncia a Fernán González sus glorias

Hallábase el conde Fernán González cerca de la villa de Lara. Mientras se juntaban sus mesnaderos, él empezó a cazar: de un espeso matorral salió disparado un feroz jabalí, que se internó en el apretado robledal. que cubría el monte. Fernán González, deseoso de cobrar tan buena presa, espoleó a su caballo sin esperar a ser seguido por los monteros; el caballo, aguijado, se internó entre los robles corriendo tras el jabalí. La persecución fue enconada, y el conde, sin advertirlo, se alejó de sus hombres; no pensaba sino en dar alcance al animal, que delante de él corría velozmente. Por fin llegó a una ermita apartada y desconocida y el jabalí se metió por la puerta. El conde quiso también alcanzarla, pero la espesura del monte era tal, que su caballo no podía avanzar. Entonces echó mano a la espada y saltando por en-cima de los matojos, se dirigió a la ermita, en donde entró resuelto. El jabalí, después que entró en la ermita, se había refugiado detrás de un altar. El conde, lejos de herirle, se hincó de hinojos ante el mismo altar y empezó a rezar. En aquel momento salió de la sacristía un monje de venerable aspecto y avanzada edad, con los pies descalzos y apoyado en un nudoso y retorcido cayado. Se acercó al conde y lo saludo, diciendo: <En paz vengas, conde, la cacería te trajo hasta aquí, pero deja las monterías, que te aguarda el rey Almanzor, el terrible enemigo de cristianos. Dura batalla te aguarda, pues el moro trae muchos guerreros; mas en ella alcanzarás gran renombre. Y aun te digo que antes que empiece la lid tendrás una señal que te hará temblar la barba y aterrorizará a todos tus caballeros. Ahora vete, vete a luchar, que has de alcanzar la victoria. Después tomarás por esposa a una dama llamada Sancha, y grandes tribulaciones has de sufrir; por dos veces te atarán con grillos en profunda prisión. Mas tu gloría será grande, y si se cumple lo que te anuncio y alcanzas poderío, acuérdate de esta humilde ermita perdida en el monte».

El conde agradeció al monje sus palabras y salió de la ermita. Mon- tó a caballo y galopó a través de la robleda hasta encontrar a los suvos, impacientes ya por la tardanza de su señor.

Vicente García de Dieg




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