Seguiremos con otra de las leyendas relacionadas con los Castillos de Jaén.
Tal relato está escrito por Jorge Luis Borges en la Historia Universal de la Infamia. 1954.
Empieza así....
“En los primeros días había en el reino de los andaluces una ciudad en la que residieron sus reyes y que tenían pon nombre Lebtit, o Ceuta, o Jaén”.
En dicho lugar se ubicaba un castillo, no nos llamaría la atención si no fuera porque el castillo permanecía cerrado por 24 cerraduras,una en representación de cada rey, de manera que esta puerta ni se abría ni se cerraba.
Nadie sabía que había en su interior, sólo que no debía abrirse por causa alguna.
Llegado al poder el siguiente rey, este en lugar de añadir una nueva cerradura, ordenó que se abrieran las ya existentes.
Aunque se le ofreció grandes riquezas, estaba obsesionado por saber que había en su interior, tal vez pensando que mayores tesoros a los ofrecidos se hallarían en su interior.
Sin oír los ruegos de todas aquellas personas que defendían y respetan lo que fuera que hubiese dentro, entraría rompiendo tales cerraduras.
En su interior encontró figuras en posiciones guerreras montadas a caballo, camellos, todas mirando hacia Poniente.
Algo había que inundaba la cámara y rodeaba las figuras que llenaría su cuerpo de temor, temor que se acrecentaría cuando al final de la cámara leería una inscripción que decía:
“Si alguna mano abre la puerta de este castillo, los guerreros de carne que se parecen a los guerreros de metal de la entrada se adueñaran del reino”.
¿Sonaba a una advertencia? O ¿era una premonición de un próximo acontecimiento?. Sea lo que fuere, el árabe Tarik avanzaría con sus tropas por tierras andaluzas, conquistando el castillo, territorios y al mismo rey que no respetó la Cámara de las estatuas
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