lunes, 12 de agosto de 2024

Romasanta, el "hombre lobo" gallego

 

Condenado a la pena capital por 17 asesinatos en los bosques de Galicia, de los cuales sólo reconoció nueve, Romasanta es el único caso de "licantropía" clínica que se ha registrado en España. Sin embargo, todavía en la actualidad, numerosos expertos siguen mostrando sus dudas acerca de su culpabilidad.  
Una leyenda que recorrió Europa a mediados del siglo XIX contaba que en Galicia había un lobishome, un "hombre lobo" que mediante engaños mataba a niños y a mujeres y les extraía el "sebo" o el "unto", y que lo vendía en Portugal. Manuel Blanco Romasanta fue el primer asesino en serie de España y el único caso de licantropía clínica registrado en nuestro país. Condenado a la pena capital por reconocer nueve de los diecisiete crímenes que se le achacaron, al final Romasanta fue absuelto tras confirmarse que, efectivamente, era un "licántropo" clínico.

BUHONERO A LA FUGA
Romasanta nació en 1809, aparentemente como un niño rubio al que llamarían Manuel, a pesar de que en su partida de nacimiento figurase el nombre de Manuela. Sus padres creyeron que era una niña hasta que cumplió los ocho años. 
Recientes estudios llevados a cabo por el forense Fernando Serrulla, del Instituto de Medicina Legal de Galicia, indican que en realidad nos encontramos ante un caso claro de hermafroditismo. Es decir, Manuel tenía sexo femenino, pero segregaba una gran cantidad de hormonas masculinas y sufría fuertes episodios de agresividad.
La historias cuentan que Romasanta no alcanzó el metro cuarenta de estatura, y que, cosa excepcional para la época, se le podía considerar instruido ya que sabía leer y escribir. Se casó a los veintidós años y ejerció como sastre, pero cuando poco después su mujer falleció cambió su oficio por el de "buhonero", lo que le permitió recorrer el noroeste de la península ibérica. Su primer encontronazo con la ley llegaría en 1844, cuando fue acusado de asesinar a Vicente Fernández, un alguacil de León que lo iba a embargar por una deuda de 600 reales. Condenado a diez años de prisión, Romasanta se dio a la fuga y fue declarado en rebeldía. A pesar de emitirse una orden de búsqueda y captura, logró esconderse y vivir durante meses criando ganado cerca de la frontera con Portugal.

EL SACAMANTECAS
Tras reaparecer en el pueblo de Allariz, Romasanta se empezó a integrar en el pueblo y rápidamente fue aceptado. Manuela García Blanco, junto a su hija, quería buscar un futuro mejor fuera de Galicia y encontrar una buena casa en la que poder servir. Para ello quería ir a Santander y Romasanta, al que todos consideraban un buen conocedor de los caminos, se ofreció a guiarlas hasta allí, donde les prometió que conseguirían un buen trabajo en la casa de un cura amigo suyo. Tras varias semanas, Romasanta reapareció contando la fabulosa historia de la casa que había encontrado para Manuela y su hija mostrando una carta falsa (que supuestamente él mismo había redactado) y que entregó a los familiares de sus víctimas para no levantar sospechas.
Despues de Manuela, sería Benita García quien partiría en compañía de Romasanta en dirección a Santander, donde éste prometió a la mujer que también encontraría empleo en casa de un cura. Más tarde lo harían Josefa García y Antonia Rua; algunas de ellas viajaban con sus hijos de corta edad, pero ni ellas ni los niños volverían a ser vistos jamás. Pasaron las semanas, los meses y los años, y la inquietud del pueblo dejó paso al temor y a la sospecha entre los familiares de las desaparecidas. Se rumoreaba que algo terrible podía haberles ocurrido a las mujeres y los niños que viajaban con el "tendero", como se conocía a Romasanta en el pueblo. Los rumores de que este hombre vendía grasa y jabón en Portugal y que éste podía ser de origen humano, llevó a los aldeanos a la terrible conclusión de que el "tendero" podría ser el temido "sacamantecas", un asesino en serie del siglo XIX famoso por asesinar a seis mujeres y extraerles la grasa del cuerpo para hacer pociones y ungüentos. Su fama fue tal que llegó a convertirse en un personaje del folclore popular que es invocado cuando se quiere asustar a los niños. Estas sospechas, junto al hallazgo de varias de las pertenencias de las víctimas que el propio Romasanta había vendido durante sus "viajes", lo obligaron a huir.

A LA CAZA DEL "LOBO"
Durante su huida, en cada localidad que visitaba Romasanta dejaba un reguero de desapariciones y muertes. Finalmente, el 2 de julio de 1852, Romasanta fue detenido en la provincia de Toledo y trasladado hasta Allariz para ser juzgado. Una vez preso, el hombre reconoció haber matado "sólo" a nueve de las diecisiete víctimas que se le atribuían. Durante la vista, el "licántropo" dijo al tribunal que estaba maldito y contó una increíble historia acerca de su maldición: "La primera vez que me transformé fue en la montaña de Couso. Me encontré con dos lobos grandes con aspecto feroz. De pronto, me caí al suelo, comencé a sentir convulsiones, me revolqué tres veces sin control y a los pocos segundos yo mismo era un lobo. Estuve cinco días merodeando con los otros dos, hasta que volví a recuperar mi cuerpo. El que usted ve ahora, señor juez".
En la Causa número 1178: Causa contra hombre lobo de los juzgados de Allariz, fechada en 1852 y que consta de dos mil páginas manuscritas, Manuel Blanco Romasanta contó esta asombrosa historia: "Los otros dos lobos venían conmigo, que yo creía que también eran lobos, cambiaron a forma humana. Eran dos valencianos. Uno se llamaba Antonio y el otro don Genaro. Y también sufrían una maldición como la mía. Durante mucho tiempo salí como lobo con Antonio y don Genaro. Atacamos y nos comimos a varias personas porque teníamos hambre". Para demostrar ante la audiencia la veracidad de sus afirmaciones, el fiscal le pidió que se transformara en la sala judicial, pero Romasanta le respondió que la maldición duraba tan sólo unos años, que éstos ya se habían cumplido y que nunca más podría volver a leyenda o verdad?
El juicio, que duró aproximadamente un año, finalizó el 6 de abril de 1853 cuando el juez de Allariz dictó sentencia. Ésta condenaba al "licántropo" a la pena capital, que se aplicaría por garrote vil, y a una indemnización de mil reales por cada víctima. Pero el abogado defensor de Romasanta tenía guardado un as en la manga. Tras asesorarse con un supuesto hipnólogo francés llamado profesor Philips, el abogado alegó que no había pruebas suficientes para condenar a su cliente y que con una simple confesión no se podía asegurar que éste fuera el verdadero autor de los crímenes.
Después del alegato, el abogado defensor solicitó piedad a la mismísima reina de España, Isabel II, llevando el caso para su revisión al Tribunal Supremo de Justicia. Por su parte, el misterioso médico francés quiso convencer a la soberana de la necesidad de mantener con vida al supuesto hombre lobo para poder estudiarlo y comprender el origen de su "maldición" ya que Philips creía que Romasanta era víctima de la rara enfermedad de la "licantropía", un trastorno psiquiátrico por el que una persona cree que puede transformarse en un animal y que no le hace responsable de sus actos.
Para sorpresa de Romasanta y de su propio abogado defensor, la reina Isabel II conmutó la pena de muerte del acusado por la de cadena perpetua. La leyenda que se creó alrededor de Romasanta lo perseguiría hasta su muerte. Algunos apuntan que murió en la prisión de Allariz a manos de sus compañeros de celda; otros, que se escapó y huyó a los bosques que tanto conocía, e incluso hay expertos que señalan que murió en 1863 de un cáncer de estómago en una prisión de Ceuta. Sea como fuere, incluso a día de hoy, según parece, en los montes de Ourense, cuando surge la luna llena, aún se escucha el aullido del licántropo de Allariz. O al menos, eso cuenta la leyenda.

National Geographic

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