En los terrenos que en el siglo xvi se conocían con el nombre de baldíos del Barquillo fue mandado edificar, allá por el año 1565, y de manera un tanto misteriosa, un suntuoso edificio destinado a una de las más bellas damas de entonces. Al parecer, esta joven de singular hermosura, huérfana desde niña, había sido recogida por el rey y educada en palacio. El propio monarca se ocupó de su matrimonio cuando cumplió los veinticuatro años, eligiéndole por esposo al capitán Zapata, descendiente de una de la más distinguidas familias de la villa.
Cuenta la leyenda que ya antes de su matrimonio había mantenido esta dama amores secretos con un grande de la corte, cuyo nombre se ignoró siempre, probablemente con aquel que mandó construir para ella la susodicha casa. Este edificio se hizo pronto famoso por la particularidad de poseer siete extrañas chimeneas que acabaron dando nombre a la casa.
En el convento de San Martín se celebró la ceremonia del enlace de la dama con el capitán Zapata. Como regalo de boda, elpropio rey entregó a la novia siete arras, en recuerdo de los pecados capitales y para advertirle que no cayera nunca en ellos.
Pero algo misterioso existía ya en la vida amorosa de esta dama,que había de decidir trágicamente su destino.
Aparentemente, sólo un ambiente de felicidad se respiraba en la casa de las siete chimeneas. Pero cuando aún no se había cumplido el aniversario de la boda, el capitán Zapata tuvo que partir a la guerra de Flandes, y a los pocos días se recibía en Madrid la noticia de su muerte.
Nada se volvió a saber, a partir de este momento, de la hermosa viuda; pero poco después se dijo que había aparecido asesinada en su alcoba.
La casa de las siete chimeneas quedó deshabitada, y cuenta la leyenda que todos los días, al toque de ánimas, una figura femenina espléndida y arrogante, vestida de blanco, caminaba por el tejado de la casa; se la veía pasar delante de las siete chimeneas con una antorcha encendida y arrodillarse mirando hacia el oeste, en dirección del real palacio. Durante unos minutos permanecía en esta postura, dándose violentos golpes en el pecho; después se levantaba y caminaba hacia
oriente, para desaparecer en seguida.
Cuáles fueran sus pecados, nunca pudo saberse. Quién fue su amante y de quién la mano asesina que le quitó la vida, tampoco. Sólo un nuevo dato sobre esta historia puede añadirse, que ha venido a oscurecer aún más su misterio. En los finales del pasado siglo, cuando se removieron las tierras del sótano con objeto de restaurar toda la
edificación para instalar allí las oficinas del Banco de Castilla, apareció arrinconado entre unos cajones el esqueleto de una mujer y alrededor unas monedas del siglo XVI.
Por qué no fue enterrado su cadáver, tampoco lo sabe la leyenda.
Vicente García de Diego
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