Cuentan que en aquella casa (número 4 de la calle de la Pierna, actual calle Barroso) vivía una joven que no solamente pasaba el día en la ventana indagando la vida de sus vecinos, sino que muchas noches hacía lo mismo, acarreándose el odio de todos los que tal conducta sabían.
Una noche puesta en su sitio de costumbre, vio venir de hacia la parroquia dos filas de luces alumbrando un féretro que ocupaba el centro. Ya cerca, arrimóse a la reja uno de los acompañantes y le rogó le guardase el cirio que llevaba en la mano para recogerlo al día siguiente, por no serle posible seguir a causa de encontrarse enfermo. Accedió aquélla a la petición y después de tomar el cirio su curiosidad le hizo preguntar el nombre del que llevaban a enterrar, oyendo con asombro que el desconocido pronunció el de ella, cuya sorpresa le hizo dar un grito y caer desmayada. Cuando volvió en sí aún apretaba en la mano la canilla de un muerto en que la vela se le había convertido. Añaden que no sólo quedó curada de su mala costumbre, sino que se colocó la pierna en el sitio que aún vemos en memoria de este suceso.
Córdobapedia
Córdobapedia
No hay comentarios:
Publicar un comentario