En el pueblo navarro de Aranaz vivía una bella muchacha que iba a contraer matrimonio con un mozo trabajador y honrado, vecino de la misma aldea. Los dos se amaban tiernamente desde niños, y siendo estas relaciones del gusto de sus padres, pronto fijaron éstos la fecha de la boda para el próximo otoño, cuando hubieran acabado las faenas de la recolección.
Pero el muchacho fue llamado para ir a la guerra. Despidióse de su novia con cáliz gran sentimiento, y, triste y abatido, partió a alistarse en su batallón, que marchaba al combate.
Tomó parte en varias batallas, demostrando gran heroísmo, y pronto fue destinado a unas fuerzas de choque. Pusieron sitio a una ciudad enemiga, y como no se rendía, tuvieron que dar el asalto después de un largo asedio. Se trabaron sangrientos combates, en lucha cuerpo a cuerpo, y al fin la plaza cayó en poder de las fuerzas asaltantes, dando el jefe la orden de «saqueo libre». Todos los soldados se lanzaron a registrar las casas, apoderándose de cuantos objetos encontraban en ellas. El soldado navarro se hizo dueño de un cáliz y de otros objetos de gran valor guardándoselos en el mayor secreto y enterrándolos para llevárselos al pueblo cuando se fuera.
Pasó el tiempo y siguió entrando en varios combates, librándose, con :gran fortuna, de todos los peligros. Pero en un encarnizado ataque recibió un balazo en el corazón y quedó muerto en elcampo de batalla el novio de Aranaz.
Mientras en su pueblo la muchacha, que no había recibido noticias de su prometido y cansada ya de esperarlo, aceptó a un nuevo pretendiente que se le había presentado y se casó con él en muy poco tiempo.
La mujer estaba acongojada desde que se había casado, con grandes pesares de haberlo hecho, porque todas las noches se le aparecía su antiguo novio desde el otro mundo. Ella, a causa del terror, no se atrevía a preguntarle nada, ni el aparecido le hablaba, y así pasaban días y días de profunda angustia sin atreverse ella a decírselo a nadie y sin saber qué hacer para librarse de aquella aparición que le quitaba la tranquilidad y la vida. Su color iba palideciendo y su salud languidecía.
Por fin se decidió a buscar un remedio y consultarlo con el fraile de Bera, que tenía gran fama de sabio, porque había aprendido su ciencia mágica en los infiernos, asistiendo con Atarrabio a las clases que el diablo les daba allí. La mujer refirió al fraile las misteriosas apariciones de su antiguo novio desde el otro mundo. Y el fraile le aconsejó que dominara su pánico y, aparentando la mayor tranquilidad, le dijese, cuando se apareciera, tuteándole: «Si vienes de buena parte, di qué quieres; si de mala, húndete en el abismo».
La mujer volvió a su pueblo, repitiendo la frase por el camino, y ya én su casa, esperó serenamente a que se le apareciera. Se puso a hilar, y pronto se apareció ante ella el novio. Ella, dominándose, pudo hablar: «Si eres del partido bueno, habla; si no, húndete».
Y con voz deultratumba le contestó: «Soy del bueno y estoy en el cielo pero Dios me ha mandado que vuelva a la tierra, porque robé un cáliz y lo enterré debajo de una roca y hasta que no lo devuelva no puedo volver al cielo. Por Dios te pido que tú lo restituyas.
La mujer fue a referir al fraile la contestación del aparecido y con su ayuda pudo recuperar el cáliz y restituirlo recuperando con ello la tranquilidad y la Salud.
Vicente García de Diego
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