Se encuentra en el Barrio de la Merced.
Allá por el año 1880 la actual calle de Joaquín Costa era conocida con el nombre de Callejón del Duende o Callejón del Duende de Santa María.
En dicho callejón, vivía un hombre solitario y ya mayor con acento extrajero. Siempre salía de su casa muy temprano y no regresaba a la misma hasta las 5 de la tarde y luego, por la noche, volvía a marcharse y regresaba, de nuevo, casi de madrugada.
Estos horarios tan extraños ya comenzaban a inquietar a la vecindad. De esta guisa un vecino, se interesó por las salidas de este señor, llamado Domingo. Un día que Domingo marchó de su casa, en sus habituales salidas nocturnas, el vecino entró en la misma con afán de averiguar algo sobre la extraña vida de aquel solitario personaje. Dentro de la casa encontró gran cantidad de frascos y tarros con numerosos líquidos y un mapa que no comprendió, además de otros objetos que le resultaron muy extraños.
Domingo, al regresar a su casa, se dio cuenta de que alguien había estado fisgando entre sus enseres y pensó en tender una trampa para saber quien había sido el intruso que se había atrevido a violar la intimidad de su domicilio privado.
De esta forma al día siguiente, el vecino fisgón esperaba la salida de Domingo y cuando ya vió que estaba alejado de su casa, volvió al interior con el animo de seguir investigando en la casa de aquel vecino que hacía salidas tan misteriosas por las noches.
Nada más entrar en la casa de Domingo el pobre hombre se encontró con un destello de luz y un sórdido crujido, amén de un golpe tremendo que le hizo caer al suelo. Rápidamente, el ruido despertó a los vecinos que se acercaron a la casa a ver que ocurría en aquella casa y entonces el intruso, inteligentemente, comenzó a chillar diciendo que le había atacado algo así como un fantasma o un duende. Como podrán imaginar, de ahí vendría lo del callejón del Duende.
Cuando regresó Domingo, el dueño de la casa, los vecinos le informaron de lo que había pasado y del duende que habitaba en su casa, y Domingo prometió buscar al duende, que quizá se escondiera entre los libros.
Lo cierto es que Domingo averiguó de esta forma quien había entrado en su casa, pues le dijeron que era Enrique, su vecino, el que había sufrido el fuerte golpe del duende
De esta guisa invitó a su vecino Enrique para decirle que no pensaba denunciarlo y que si quería, le podría revelar su secreto con la condición de que nunca lo contara a nadie.
Resultó que Domingo, según esta leyenda, era un judío cuyo verdadero nombre era Jonás. Contó a su vecino Enrique que sus antepasados habían sido expulsados de la ciudad de Jaén por los Reyes Católicos y que, pensando que podrían regresar a su casa algún día, escondieron un tesoro del cual solo había heredado un plano de su familia que era la referencia para encontrarlo tanto siglos después.
Ese fue el motivo por el cual Domingo, en realidad Jonás, había comprado aquella casa y otra en el Arrabalejo, donde según todos los datos se encontraba el tesoro.
Cuenta la leyenda que a la semana de contarle a su vecino Enrique toda esta historia, encontró el tesoro de su familia y marchó de esta ciudad y Enrique, quedó como responsable de las dos casas de Jonás.
Red Jaén
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