¿Qué tal una de fantasmas? Es probable que para más de un lector todas las historias de casas y lugares encantados sean, sin excepción, leyendas urbanas sin base real. Personalmente pensamos, desde la experiencia acumulada a lo largo de 30 años de perseguir y documentar estos hechos en Canarias, que no siempre es así y que existe misterio genuino, hechos inexplicables.
Sin embargo, con el caso que nos ocupa tenemos que darle la razón a los escépticos. Nos situamos en los vestigios ruinosos del sanatorio de Abona, un complejo inacabado planificado para leprosos que se ubicó en Los Abades y que hoy marca de manera determinante el paisaje con su aspecto de ciudad fantasma.
El escenario no puede resultar más evocador, cinematográfico, incluso. Diferentes estructuras y una iglesia coronada por una gigantesca cruz. Nunca se terminó, nunca acogió a enfermo alguno; por lo tanto, nunca nadie languideció moribundo presa de sufrimientos indescriptibles. Algunas zonas fueron usadas para acoger campamentos estacionales de Falange y otras en tiempos más recientes como campo de tiro por los militares. Fin del asunto. El resto es imaginación, fiestas y morbosas incursiones en un territorio que alimenta la sugestión. A pesar de ello, el sitio ha ido adquiriendo rango de encantado, se han realizado sesiones de mediumnidad para contactar con los espíritus atrapados y hasta ceremonias de limpieza y liberación de tales entes desorientados.
(Seis leyendas urbanas de Tenerife)
Sin embargo, con el caso que nos ocupa tenemos que darle la razón a los escépticos. Nos situamos en los vestigios ruinosos del sanatorio de Abona, un complejo inacabado planificado para leprosos que se ubicó en Los Abades y que hoy marca de manera determinante el paisaje con su aspecto de ciudad fantasma.
El escenario no puede resultar más evocador, cinematográfico, incluso. Diferentes estructuras y una iglesia coronada por una gigantesca cruz. Nunca se terminó, nunca acogió a enfermo alguno; por lo tanto, nunca nadie languideció moribundo presa de sufrimientos indescriptibles. Algunas zonas fueron usadas para acoger campamentos estacionales de Falange y otras en tiempos más recientes como campo de tiro por los militares. Fin del asunto. El resto es imaginación, fiestas y morbosas incursiones en un territorio que alimenta la sugestión. A pesar de ello, el sitio ha ido adquiriendo rango de encantado, se han realizado sesiones de mediumnidad para contactar con los espíritus atrapados y hasta ceremonias de limpieza y liberación de tales entes desorientados.
(Seis leyendas urbanas de Tenerife)
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