miércoles, 25 de septiembre de 2024

La leyenda del Puente Mayor de Valladolid

 

La leyenda que asegura que el Puente Mayor de Valladolid no fue construido por el hombre

Un enfrentamiento por un capricho desencadenó un final fatal en las aguas del Pisuerga

Una de las leyendas más recónditas de la ciudad de Valladolid es la que acompaña a la construcción del Puente Mayor y tiene por protagonista al diablo, por lo que la imaginación puede dar a pensar que el desenlace de esta historia no es de esos felices y entrañables. La trama principal no es una mera casualidad, fue narrada por el escritor Antonio Martínez Viérgol a finales del siglo XIX y fue él quien se encargó de avisar al lector de que todo lo que se viene «es muy feo».

En esta historia se desarrollan varios personajes, empezando por narrar la convivencia de dos familias de la ciudad: los Reoyo y los Tovar. Los herederos de cada círculo presumían de atractivo físico pero, por lo general, al heredero de los Tovar se le conocía por su carácter caprichoso con las mujeres y a Reoyo, por su genio y su orgullo y porque no congeniaba muy bien con las féminas. Estas circunstancias despertaron en el segundo de ellos un odio singular hacia su vecino. Tanto que poco tardaron en convertirse en enemigos.

Una maldición de amor

En esta historia falta aún por aparecer otro personaje crucial, Flor. La joven, hija de un labrador que antaño fue soldado, que debía de ser, al menos de acuerdo con Martínez Viérgol, una joven de extraordinaria belleza. Poco tardó Tovar en interesarse por la muchacha y poco tardaron ambos en concertar una primera cita cerca de las aguas del Pisuerga. Es así como, una noche, el joven enamorado Tovar se dispone a tener su primer encuentro con Flor y, mientras se encamina al lugar, el tiempo empieza a cambiar. Una fuerte tormenta empezó a caer sobre Valladolid y, apurado, Tovar se dispone a cruzar el Pisuerga. 

Lo que no se esperaba fue encontrarse con su enemigo Reoyo por el camino. En el momento en que Tovar da muerte a su oponente, como si fuese por arte de magia, la tormenta se intensifica de tal forma que las aguas del Pisuerga se revuelven estrepitosamente. Obcecado por la ira, el joven se desespera y se encomienda al diablo. Acto seguido, las aguas del Pisuerga se separan y de entre ese abismo surge Satanás entre llamas y un ligero tufo a azufre rodeado de su secuaces (un grupo de pequeños diablillos). «Yo un puenteDe aquí en adelante surgen multitud de especulaciones. Hay quien dice que surgió de la nada, otros aseguran que fue construido en un instante por cíclopes gigantes comandados por un enano e incluso quien perjura que búhos y lechuzas trajeron los materiales. De cualquier manera, el Pisuerga se planta, de repente, cruzado por el Puente Mayor de Valladolid. Por su parte, Tovar, cruzó la nueva vía a la carrera pero por más que anduvo y buscó no encontraba a Flor. Casi antes de darlo por perdido se topó con el cuerpo de la joven inerte. forjaré para que la veas», sentenció con fuerza Satán.

La culpa atormentaba al pobre Tovar, que no tardó en retirarse a Sierra Morena donde se encomendó a la limosna el resto de su vida. Se dice que el joven murió treinta años después del suceso del Puente Mayor y, antes de morir, recordando su cita imposible con Flor dedicó sus últimas palabras: «¡Me marcho con ella!».

Así se forja el Puente Mayor, o al menos en una leyenda que ha ido transcurriendo generación tras generación y se ha convertido hoy en día en una curiosidad más de Valladolid.

El Norte de Castilla 



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