Lo cual recuerda una anécdota de Alfonso XII cuando hizo su entrada en Madrid en los primeros momentos de la Restauración. Inclinándose en su coche, le dijo a un hombre que le vitoreaba:
—Gracias, muchas gracias por este entusiasmo.
—Eso no es nada, Majestad —respondió el otro—, sí hubiera visto lo que gritábamos cuando echamos a su madre...
Carlos Fisa
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