La santa imagen que se venera en la entrada del puerto de San Vicente de la Barquera existe allí desde su llegada en tiempos remotos.
Una mañana trabajaban en la orilla unos pescadores de San Vicente. El día estaba claro, y el mar brillaba como una inmensa lámina de plata. Los pescadores trabajaban alegres, entonando canciones y cambiando bromas. De pronto uno de ellos gritó: «¡Mirad hacia el mar». Todos dirigieron la vista hacia donde les decía su compañero, y contemplaron absortos cómo una barca venía navegando por el mar sin velas ni remos. Y en medio de la luz de la mañana, brillaba aún
más fuertemente, rodeada de una aureola de gloria. Llegó a la costa, entró en la ría y suavemente clavó la quilla en la ribera que estaba enfrente del pueblo. Entonces comprendieron que lo sucedido se debía a un milagro y cayendo de rodillas, elevaron sus preces al Señor
Mientras éstos hacían oración, la nave seguía brillando maravillosamente y unos cuantos, montados en sus barcas, se aproximaron al sitio donde estaba la resplandeciente nave, y allí encontraron una imagen de Nuestra Señora con el Niño Jesús en sus brazos. Llegaron entonces los clérigos y con gran alegría la llevaron en procesión a la iglesia de San Vicente.
Más tarde se levantó el santuario, y la imagen recibió el nombre de Nuestra Señora de la Barquera. Desde entonces fue objeto de devoción, especialmente por los marineros, de los cuales se ven muchos ex-votos en el templo. El día de Sábado de Gloria se hace solemne procesión llevando la Santa Virgen a la parroquial de San Vicente. El tercer día de Pascua, al atardecer, se la conduce a la orilla, embarccándola en una lancha adornada y volviéndola así al santuario. El pueblo celebra la fiesta con gran alegría, cantando unas canciones que llaman “picatostes”.
Vicente García de Diego
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