Cuenta la leyenda que hace ya mucho tiempo, durante la invasión musulmana, una joven cristiana y un apuesto joven de familia árabe se enamoraron. Claro está que su amor era imposible a causa de las diferencias sociales, ideales y religiosas de sus familias que jamás permitirían el enlace. Pero este amor, además de imposible, era también muy poderoso, así que cada noche se encontraban junto a un enorme olivo que actualmente lleva a La Ermita de Sant Antoni.
No obstante, un día fueron descubiertos y la noticia llegó a oídos de sus respectivas familias y fue entonces cuando les prohibieron volver a reunirse. Pero como ya os he contado, su amor era muy fuerte y quisieron que jamás desapareciese de la tierra. Así pues, una noche, la última, se volvieron a reunir en el olivo bajo la luz de la luna. Cada uno de ellos llevaba un anillo, símbolo de unidad y, juntos, los arrojaron al interior de los nudos de la madera del árbol.
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